A veces soy un
trocito de lluvia
que resbala por los muslos de la gravedad
hasta llegar al suelo y convertirme en fango.
Luego llega un astro que me hace piedra,
una senda entre montañas preñadas de historia
que algunas bestias me cuentan en lengua muerta.
También hay una ave que bucea entre las nubes
fisgando el correo de un cielo en estado anémico,
una casa que fue ruinas que mañana será inmueble,
muchos pies de terciopelo frisando la posteridad,
aplaudiendo a la inmortalidad que quizá nunca llegue.
¡qué más nos da!
Si aún gozamos algarabías de un presente irreversible,
si aquello que esta muerto quizá aún pueda vivir.