No te extrañes si me cargo al verso por la falta de cariño,
de que me cosa la boca
y me tumbe en la orilla de la cama con el traje de domingo,
de que sueñe con estamparme contra el suelo
para ver si me enredo entre los rosales silvestres de la casa.
Quizá no sepas
que me dejé arrastrar por el sermón de los sofistas
pero nadie puede comprar el arte de entender que no somos más
que un trozo,
un brazo,
una mota de polvo dentro de un estúpido reloj de arena.
Tu no tienes la culpa,
de que algunos peces sueñen con besar las mejillas de las nubes
y de que el sol tenga vergüenza de salir por las mañanas.
No resulta sencillo ser feliz cuando cada día que pasa
me hago más frágil y torpe,
aún así,
no te extrañes si un día de estos le vuelo los sesos al cielo.
y me tumbe en la orilla de la cama con el traje de domingo,
de que sueñe con estamparme contra el suelo
para ver si me enredo entre los rosales silvestres de la casa.
Quizá no sepas
que me dejé arrastrar por el sermón de los sofistas
pero nadie puede comprar el arte de entender que no somos más
que un trozo,
un brazo,
una mota de polvo dentro de un estúpido reloj de arena.
Tu no tienes la culpa,
de que algunos peces sueñen con besar las mejillas de las nubes
y de que el sol tenga vergüenza de salir por las mañanas.
No resulta sencillo ser feliz cuando cada día que pasa
me hago más frágil y torpe,
aún así,
no te extrañes si un día de estos le vuelo los sesos al cielo.