Ayer con los ojos hacia adentro, la mirada intrínseca.
Te preguntas por qué la piel se nos hace centenaria,
y tal vez por qué dejamos que la boca se nos cierre,
-un portazo, un golpe, un último
suspiro-
No es fácil destrozar la puerta de los errores
y menos aceptar que no hay mas puertas
que las que una se inventa
cuando todo va mal.
¿Cuántos inviernos pueden apagar todas las
palabras del mundo?
No importa,
No importa,
sabes que hay hojas que brotan de la nada,
nubes rotas por hilos de luz.
No nos hace falta saber cuántos litros de tristeza
caben en nuestra mirada,
esa mirada a veces se nos vuelve hacia adentro
-nuestro paisaje-
ese adentro es un océano al que le debemos las olas,
toda la arena necesaria para evitar
ser otro de esos peces que caminan de espaldas.