Si tus manos no descansan
no acarician ningún hombro,
tal vez solo desgarran,
Si dejas en sus labios un grito,
tu grito refugio de sexo invidente,
de puerta cerrada,
si tras la mirilla escondes sequías boreales,
parajes de retales robados.
Si necesitas más cómplices de tu automutilación,
más escarpes que sujeten tu armadura,
más turistas en tus pisadas,
será que tu mirada se ha vuelto pálida,
que has enterrado tu esqueleto en el cielo
olvidado el agua de las playas,
¿Y qué guardas bajo el suelo?
olvidado el agua de las playas,
¿Y qué guardas bajo el suelo?
Quizá nada.
Si antes del perdón te espera una silla,
si antes del abrazo no derramas palabras
escucha el trote nevado que corre por tus venas,
despierta contigo,
-acaricia con
tus propias manos-
con tu mirada.