Ahora que se acerca el invierno
el aliento del cierzo muerde el verde,
la lluvia planta mares postizos en el suelo
y tu que llegas como el frío
me arañas por la espalda hasta doler.
Soy un verso cuajado,
un tornillo huérfano.
Me invitas a dormir descalza
en otra casa,
en otra cama
pero en la misma estúpida ciudad cortada,
cuestionando hasta mi propia dignidad,
respirando al azar,
viviendo con la luz apagada.