Solo pretendo resistir a las auroras
para no dormirme y amanecer muerta.
La noche amor, se me ha hecho anciana
y no puedo evitar preguntarme donde narices
esconderá la trama de lo que nunca he sido.
Yo no quiero ver como se apagan las estrellas
ni que se vele el tinte de una flor,
tampoco pretendo que dios me rompa el bostezo
otra vez,
pero el hambre ya me ha saciado,
la sed, desconfía de mi piel…
Me cuesta tanto aceptar la herencia del olvido
que se me ha hecho tarde.
Seguiré el rastro de la noche que nadie ve
aunque su rocío se me enganche en el pecho.
Resistiré,
con la convicción de que no voy a estar peor.